lunes, 19 de marzo de 2007

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El Nacional - 19 de Marzo, 2007
Por Radhamés Gómez Pepín

Los dominicanos estamos enterados de que Danilo Medina perdió -ojalá que transitoriamente- su habitual equilibrio en el decir y de que amigos del presidente Leonel Fernández recaudaron 70 millones de pesos para la campaña reeleccionista, aunque todavía se está a la espera del anuncio oficial sobre su decisión.
Con respecto a Danilo díganme si alguien lo había oído llamar a sus ex aliados -ni a nadie- "basura", "tránsfugas", "sin dignidad", "sin principios" y otras lindezas similares.
Todo salió a borbotones en un acto multitudinario celebrado el sábado en el Club San Carlos para apoyar la postulación de Danilo como candidato presidencial peledeísta, y pudo ser producto quizás de la emoción y quizás del desencanto o la decepción.
Lo cierto es que todo indica que Danilo perdió la chaveta en esos momentos y se condujo como un novato embriagado por la tribuna, el micrófono y el gentío. Pero hay quienes ven en esos improperios una manifestación derrotista o de impotencia.
En cuanto a Leonel, ya se sabe que hace y dice las cosas cuando le da la real gana, no importa la urgencia que medio país atribuya al momento.
Oficialmente Leonel no ha dicho que acepta o rechaza su repostulación a la Presidencia de la República, aunque hay que ser un zoquete al cubo para ponerlo en duda y que se decidirá por el sí.
Lo que se necesita, sin embargo, es un anuncio oficial, o sea que él diga expresamente, sin la menor duda, que aceptará la repostulación. Puede, en su favor, esgrimir el pretexto muy manido y réquete sabido de que se sacrificará por la Patria, o evocar al Maestro y repetir que es sólo un instrumento del destino.
Entretanto, ya hay embolsillados 70 millones de pesos productos de cubiertos a 100 mil por persona aunque, conociendo el ambiente, todo ese dinero apenas representa los gastos de un solo mes, digamos abril.
Pero Leonel, con su tardanza, nada nuevo le dice al país. Es lo que hace siempre desde que es Presidente de la República, particularmente a la hora de asistir a un acto, que siempre hay que empezarlo una y dos horas después de lo anunciado, porque el Mandatario no aparece.
Lo que quiero decir, si no me he explicado bien, es que la tardanza de Leonel nada tiene de novedosa y todos han tenido que adaptarse a ella.
Lo nuevo, lo realmente nuevo, es el destape de Danilo. Y yo, que no lo conocía de esa manera, ahora sospecho que probablemente no esté muy detrás de mí a la hora de los incontroles verbales.
Esto quiere decir que, en ese camino, ya ningún político en particular puede ser señalado como malapalabroso, ninguno, sino que unos son muy sinceros en su modo de expresarse, y otros no tanto.
El que no lo haya hecho todavía algún día lo hará, y la campaña electoral de ahora es un momento muy adecuado para ello.
Estamos todos metidos en el mismo saco y sólo hay diferencias entre la sinceridad de unos y la prudencia de otros. ¿O será sólo hipocresía?

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