Un italiano esconde el cadáver de su padre en la nevera para seguir cobrando la pensión
ROMA.- Cada hombre convive con sus propios secretos. Y el de Gaetano Sivieri, un italiano de 63 años, se ocultaba en el interior de un frigorífico blanco de 1,20 metros de largo, 20 centímetros de ancho y 80 de profundidad ubicado en el garaje de su casa, a las afueras de Aosta (norte).
Allí, a una temperatura constante de 20 grados bajo cero, Gaetano ha tenido escondido durante siete largos años el cadáver de su padre.
Todo para poder seguir embolsándose la suculenta pensión que recibía el anciano. "Juro que yo no le he matado, falleció de muerte natural", proclamaba Gaetano en una entrevista al diario 'La Stampa', 48 horas después de que el domingo fuera descubierto su macabro secreto.
"Cuando mi padre murió, primero sentí una pena enorme y luego un pánico inmenso. Porque su muerte significaba perder los 2.500 euros mensuales que cobraba tras haberse jubilado de la acería Cogne, donde trabajó toda su vida y donde contrajo la silicosis. Yo necesitaba el dinero, estaba desesperado. No tenía trabajo, aún hoy sigo sin tenerlo".
Gaetano se encontraba solo en casa cuando su progenitor, un anciano de 86 años enfermo de Alzheimer y cáncer, falleció. Ni Adriana, su mujer, ni su hijo Marco estaban en la vivienda. Ambos se hallaban trabajando. Así que Gaetano tuvo tiempo de meditar.
Y pensó que si declaraba la muerte de su padre perdería el cheque que recibía el jubilado y que, gracias a una autorización firmada ante notario en 1997, él se encargaba puntualmente de cobrar. "Me dije: debo esconder el cadáver, y se me ocurrió la idea del congelador".
Cuando Adriana y Marco regresaron por la noche a casa, Gaetano hizo creer que el abuelo estaba durmiendo. Después, les contó que había sufrido una recaída y que había decidido ingresarlo inmediatamente en una clínica de Génova en la que, sin duda, estaría mejor atendido.
Marco se ofreció para ayudarle a trasladarlo, pero Gaetano lo rechazó, asegurando que él solo podía hacerlo. A la mañana siguiente salió a comprar el frigorífico y lo instaló en el garaje. Después, cogió el cadáver de su padre, lo metió en una bolsa de nailon, lo bajó en el ascensor hasta la cochera y lo metió en la nevera. Y allí ha permanecido siete años sin que se descubriera. Ningún miembro de la familia se molestó nunca en ir a Génova a visitar al pobre viejo, a excepción del propio Gaetano, que fingía ir de vez en cuando a verlo e indefectiblemente regresaba diciendo que su padre estaba bien cuidado pero cada vez peor.
Sólo el domingo pasado salió a la luz el secreto de Gaetano. Fue a raíz de que la familia decidiera que era hora de vender el apartamento del abuelo (garaje incluido) y Marco le pidió a su padre las llaves del sótano para echar un vistazo. Gaetano recurrió a distintas evasivas, pero Marco cogió las llaves y bajó a dar una vuelta.
Descubrió el frigorífico. Y dentro, al abuelo.
Allí, a una temperatura constante de 20 grados bajo cero, Gaetano ha tenido escondido durante siete largos años el cadáver de su padre.
Todo para poder seguir embolsándose la suculenta pensión que recibía el anciano. "Juro que yo no le he matado, falleció de muerte natural", proclamaba Gaetano en una entrevista al diario 'La Stampa', 48 horas después de que el domingo fuera descubierto su macabro secreto.
"Cuando mi padre murió, primero sentí una pena enorme y luego un pánico inmenso. Porque su muerte significaba perder los 2.500 euros mensuales que cobraba tras haberse jubilado de la acería Cogne, donde trabajó toda su vida y donde contrajo la silicosis. Yo necesitaba el dinero, estaba desesperado. No tenía trabajo, aún hoy sigo sin tenerlo".
Gaetano se encontraba solo en casa cuando su progenitor, un anciano de 86 años enfermo de Alzheimer y cáncer, falleció. Ni Adriana, su mujer, ni su hijo Marco estaban en la vivienda. Ambos se hallaban trabajando. Así que Gaetano tuvo tiempo de meditar.
Y pensó que si declaraba la muerte de su padre perdería el cheque que recibía el jubilado y que, gracias a una autorización firmada ante notario en 1997, él se encargaba puntualmente de cobrar. "Me dije: debo esconder el cadáver, y se me ocurrió la idea del congelador".
Cuando Adriana y Marco regresaron por la noche a casa, Gaetano hizo creer que el abuelo estaba durmiendo. Después, les contó que había sufrido una recaída y que había decidido ingresarlo inmediatamente en una clínica de Génova en la que, sin duda, estaría mejor atendido.
Marco se ofreció para ayudarle a trasladarlo, pero Gaetano lo rechazó, asegurando que él solo podía hacerlo. A la mañana siguiente salió a comprar el frigorífico y lo instaló en el garaje. Después, cogió el cadáver de su padre, lo metió en una bolsa de nailon, lo bajó en el ascensor hasta la cochera y lo metió en la nevera. Y allí ha permanecido siete años sin que se descubriera. Ningún miembro de la familia se molestó nunca en ir a Génova a visitar al pobre viejo, a excepción del propio Gaetano, que fingía ir de vez en cuando a verlo e indefectiblemente regresaba diciendo que su padre estaba bien cuidado pero cada vez peor.
Sólo el domingo pasado salió a la luz el secreto de Gaetano. Fue a raíz de que la familia decidiera que era hora de vender el apartamento del abuelo (garaje incluido) y Marco le pidió a su padre las llaves del sótano para echar un vistazo. Gaetano recurrió a distintas evasivas, pero Marco cogió las llaves y bajó a dar una vuelta.
Descubrió el frigorífico. Y dentro, al abuelo.
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