Por Juan Cruz Triffolio
Sociólogo - Periodista
Montar un melodrama de incontables capítulos para justificar el clásico “derecho al pataleo” no es la formula más elegante para un dirigente político de la trayectoria y la veteranía que ha caracterizado al licenciado Danilo Medina Sánchez.
Por su vasta experiencia en el campo de la política criolla y los recursos que aplicó en campaña, cuando por primera vez aspiró al solio presidencial de la nación, es lógico colegir que el ex precandidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana –PLD- sabía a quién escogía como adversario y sobre todo, cuáles serían sus consecuencias.
En otras palabras, jamás debió permitir que la derrota lo llevara a trillar el camino de la impotencia y la desesperación puesta de manifiesto al asumir, con un megáfono en la boca y encima de un moderno vehiculo, la pose propia de un pregonero de mercado público.
El fogueado político sanjuanero debió prever, al igual que sus más cercanos colaboradores, que era la hora de agigantarse convocando a un encuentro peledeísta masivo donde, previamente convocada la cúpula de la organización, se confundiera en un abrazo boschista con el doctor Leonel Fernández Reina, pasando de inmediato a levantar sus manos, como expresión del auténtico poder peledeísta.
El momento no permitía la postergación de la decisión correcta que, sin necesidad de un prolongado y tedioso proceso reflexivo, obligaba a hacer realidad, ante la opinión pública nacional, con hechos y no con palabras, el clamor valiente y oportuno que días antes emanaba de su boca y que sentenciaba: “ha llegado la hora del perdón”.
Seguir jugando a la disyuntiva de “si se va o no se va”, proyecta una débil y cuestionable práctica política que se aleja, cada vez más, de la vía idónea hacia la reconciliación en las filas moradas, además, el propio Danilo, no debe perder de vista que el 28% alcanzado el pasado domingo 6 de mayo podría estar, en los actuales momentos, rondando por una expresión porcentual muy reducida.
Es innegable que Medina Sánchez constituye un activo valioso para el partido de la estrella amarilla como también es cierto que merece crecer sin recurrir a las presiones y negociaciones típicas del ejercicio politiquero que tradicionalmente observamos en el país, lo mismo que al margen de varios de sus supuestos asesores, quienes a través del tiempo tan sólo han reflejado sus extraordinarias habilidades camaleónicas.
Transcurrida la deliberación peledeísta en torno al espinoso tema de la reelección, escogido libérrimamente el candidato presidencial a ofertar en mayo de próximo año, por el momento, no parece quedar otra opción viable de poder diferente a Leonel Fernández, a no ser la reedición del PPH-PRD con su secuela de frustraciones y laceraciones, lo que sin dudas sería severamente traumático para cualquier dominicano sensato y prudente.
Por tanto, la nación y la prudencia exigen de la reconciliación, eso sí, sin presión ni negociación. Estamos..?
En otras palabras, jamás debió permitir que la derrota lo llevara a trillar el camino de la impotencia y la desesperación puesta de manifiesto al asumir, con un megáfono en la boca y encima de un moderno vehiculo, la pose propia de un pregonero de mercado público.
El fogueado político sanjuanero debió prever, al igual que sus más cercanos colaboradores, que era la hora de agigantarse convocando a un encuentro peledeísta masivo donde, previamente convocada la cúpula de la organización, se confundiera en un abrazo boschista con el doctor Leonel Fernández Reina, pasando de inmediato a levantar sus manos, como expresión del auténtico poder peledeísta.
El momento no permitía la postergación de la decisión correcta que, sin necesidad de un prolongado y tedioso proceso reflexivo, obligaba a hacer realidad, ante la opinión pública nacional, con hechos y no con palabras, el clamor valiente y oportuno que días antes emanaba de su boca y que sentenciaba: “ha llegado la hora del perdón”.
Seguir jugando a la disyuntiva de “si se va o no se va”, proyecta una débil y cuestionable práctica política que se aleja, cada vez más, de la vía idónea hacia la reconciliación en las filas moradas, además, el propio Danilo, no debe perder de vista que el 28% alcanzado el pasado domingo 6 de mayo podría estar, en los actuales momentos, rondando por una expresión porcentual muy reducida.
Es innegable que Medina Sánchez constituye un activo valioso para el partido de la estrella amarilla como también es cierto que merece crecer sin recurrir a las presiones y negociaciones típicas del ejercicio politiquero que tradicionalmente observamos en el país, lo mismo que al margen de varios de sus supuestos asesores, quienes a través del tiempo tan sólo han reflejado sus extraordinarias habilidades camaleónicas.
Transcurrida la deliberación peledeísta en torno al espinoso tema de la reelección, escogido libérrimamente el candidato presidencial a ofertar en mayo de próximo año, por el momento, no parece quedar otra opción viable de poder diferente a Leonel Fernández, a no ser la reedición del PPH-PRD con su secuela de frustraciones y laceraciones, lo que sin dudas sería severamente traumático para cualquier dominicano sensato y prudente.
Por tanto, la nación y la prudencia exigen de la reconciliación, eso sí, sin presión ni negociación. Estamos..?
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